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Paulinho arrobado, su cuerpo en trance sostenido en su catatonia, cataclismo, catamita o amor udri (que como bien es sabido es un nombre proviene de la tribu de los Banu Udra - vendría a significar literalmente «Hijos de la Virginidad), una doble negacion del quien era pues en realidad debia ser llamado hijo de puta con razon y propiedad, pero que de un idealismo refinado concebido, exhaltado por los retóricos orientales y adoptado por el mozalbo, cuya castidad ambigua del querer y no concretar o remitirse a una passion solitaria y culinaria lo condujo a una mórbida perpetuación del deseo transustanciado.

El Paulinho, pues, con ojos de Buey y mirada languida, de lengua relamida como vaca sagrada en un Mercado abierto en las called de Khatmandu; desenvaino su miembro erecto, ciclopeo agigantado por el deseo y agijoneado por la fragancia que emanaba de la pomade. Embadurnadas sus pudendas pues con el menjunje, el miembro cobro vida y acrento su grozor, anchura, longitudine, coloratura y temperatura temperante. Carencioso subia y bajaba como quien respira bocanadas oxingenadas despues de haberse creido ahogado por aguas tumultuosas. Babeaba el hombre bovino, babeaba por costumbre la marrana, bisqueaba la sabionda y la ninna, dejando de lado su modorra, se acerco como gato siames dispuesto a lamer la grasa en las velas votivas que alumbran el lingam en el templo de Pashupatinah en honor a Shiva patrono del Nepal.

Spatiality in Latin American Neo-baroque narrative and its perverse pleasures

andreas guibert

artist/cultural agent

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